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Bienvenido al Blog de un tío un tanto idiota. Aquí encontrarás relatos y digresiones, pero nunca nada ni remotamente últil. También hago cómic.

20120509

Rana Guay.

El otro día, al igual que ahora y casi siempre que acabo escribiendo una entrada en el blog, me entraron unas ganas tremendas de escapar. El problema es que no sé exactamente de dónde quiero escapar exactamente. Y eso está mal. Pero bueno, aún así, supuse (quizás no equivocándome del todo, o quizás completamente equivocado) que el sitio de donde me quería escapar era de casa. Por  "casa" he de aclarar que me refiero a la habitación en la que duermo, en una residencia de estudiantes, en Cork, Irlanda.  Salí de la habitación y miré por la terraza al río. Había muchas gaviotas, como siempre, y la marea (es una ría, no un río) estaba sorprendentemente baja o sorprendente alta, como siempre. Miré así, la vista tan bonita de Cork que se ve desde la terraza durante unos minutos. Así, los pájaros, tal, cual. El barco Julia, al fondo. Un primor de ciudad. Y dije. LECHES. Ya sé dónde quiero ir. Quiero salir de casa e ir a la calle. Ahora, con casa, me estoy refiriendo al piso de estudiantes donde está sita mi habitación. Así que me acabé de vestir del todo y salí a la calle. Ay, que bonito Cork, voy a pasear por Cork, que es Bonito.

Es Bonito, sí. Pero, a mí, un paseador incansable (Me gusta pasear, incluso, quedé segundo en el concurso de paseos de mi barrio [Y creo que quedé segundo porque ya me habían dado el primer premio de Brainstorming -sí, fue ese mismo año, estaba que lo petaba con todo- y les parecía mal que el mismo tío se llevase el primer premio en las dos categorías más importantes] con un paseo superbonito que hice) una ciudad de este palo, se me queda pequeña tope de rápido. Y más si pasea uno (yo) así, completamente solo. Es que si paseas solo, pues como que le exiges más al lugar por el que paseas, y no al simple vaivén de la aleatoriedad de la ruta, como una especie de cristalización ,inmaterial también, de la conversación. Y es que, los paseos, son un arte. Que yo, de paseos entiendo mucho, que , no sé si lo he dicho ya, pero, sí, sí lo he dicho.

Pues eso. Ese día, Cork, se me quedó algo corto. Así que dije, que igual, el sitio de donde quería escapar era de Cork. Pero bueno, he de decir, que Cork está en l´Irlande. Y en Irlanda las ciudades, cuando se las puede llamar ciudades, son muy perras. No te dejan irte. Venga casas, y más casas, pero de esas de planta baja. Que la primera barriada que ves es muy peculiesca y pintorescal y tal, pero la trigésimo tantas, pues ya, que has echado a correr, a ver si ves prados verdes, closefields, muritos de piedra y vacas, que se supone que es lo que define a Irlanda como Irlanda, o yo que sé, un celta.
Pero bueno, eso no me pasó el otro día. Me pasó un otro día, pero no el otro día del que os estoy hablando. El caso es que sabiéndome yo esa habilidad traidora y mala de Cork City, intenté ser más listo que él (Craso error, nunca se puede ser más inteligente que una ciudad, y mucho menos si la ciudad tiene un nombre tan tonto como Cork)  o ella. Todavía no tengo claro si Cork es hombre o mujer, como es así bajita y desparramado.  Bueno, pues eso, que intenté ser más listo y decidí escapar por una ruta diferente. Por el puerto. Que además, nunca había estado. Y me gustó. Es un sitio así, decadente a tope. La decadencia, en Irlanda y junto al mar siempre es mejor. Pero bueno, aquí no es junto al mar, es junto al rio (ría) pero nos vale. Os explico. Junto al mar (río[ría]) es mejor porque oxida y el óxido es tope decadente, y es uno de los emblemas de lo  romántico de nuestras  épocas. Y en Irlanda, la decadencia es más chuli que en general porque, a la mínima, agarra y te sale hierba en casi cualquier sitio. En los sobacos, por ejemplo. Ja ja ja. No, es broma. Te sale hierba en los sitios, en las piedras y eso, no en partes del cuerpo. Qué tontada.

Oye, me estoy alargando la puta hostia, que yo quería contar sólo una cosa MUY CURIOSA  que me pasó al final del paseo. Pero bueno, da igual.  Saltáis, si queréis, o algo.

En la cámara tengo alguna foto del puerto de Cork bastante bonita, pero ahora mismo me da mucha pereza levantarme hasta ella.

Volviendo al tema, me gustó bastante, el paseo por el puerto. Incluso el momento que pisé eso que no sé si era grasa humana, látex con una bajísima temperatura de fusión, cal viva o arena rosa de esta con la que tu madre te dice que no juegues, que es de los señores de la obra. Al final, Cork me la volvió a jugar y el puerto, aunque todo parecía apuntar lo contrario, resultó ser un camino sin salida.
Y me tuve que volver. No había podido salir de Cork. MECACHIS.Y era, según lo último que me había dado por pensar, el lugar de dónde me quería ir. Así que encontré un desvío por un polígono industria pseudoportuario o lo que coño sea, y comencé a caminar en dirección al mar. Que, en la medida de lo que sé, está lejos y fuera de Cork. Y me pareció curioso ver, que, pese a Todo lo diferente que pueda ser Cork de Burgos (Que lo es, y mucho) las aceras de los polígonos industriales son siempre iguales. Y bueno, llegué al final del polígono industrial, y, al fin, llegué un camino que prometía llevarme a un sitio la hostia de interesante si lo seguía. Así que entré. Y nada más entrar, de unos matorrales, así a lo bruto, aparece un viejo barbudo, diciéndome ,en español "¡Buenasquetalaaaaaandecoñovastú!". Yo grité "¡Hola!" por no gritar "¡Ay!" y dí un paso atrás para mirar al viejo y porque me dio un susto de la hostia. El viejo en cuestión tenía toda la pinta de ser un mendigo loco, una metafórica versión de mí del futuro, un mago místico o, incluso, todas las cosas a la vez.  "Eh" le dije. No le pregunté, era algo así como un "espera, que pienso" y a la vez " no me toques, puto viejo, que igual me pegas algo".  El me miró, con esa mirada que siempre ponen este tipo de personajes en este tipo de historias de introspección con metáforas. Y yo ya, tras un rato de mirada de esa que he dicho, agarré y le dije "Qué". "¿Qué de cual?". Me rasqué la cabeza, que es algo que siempre me imagino que hacen los personajes de las historias que escribo en situaciones como estas, y que siempre hago cuando estoy escribiendo una situación como esta, pero que NUNCA hago en la realidad y le dije "¿Me vas  a decir algo así, místico y metafórico e importante, sobre esta huida chorra que no me lleva a ninguna parte y sobre que únicamente pretendo huir de mí mismo o yo que sé?". Lo dije muy a la defensiva. Y mientras lo decía, de hecho, estaba pensando una réplica. Pero no se me ocurría ninguna, porque quería que fuese una réplica ingeniosa. Y lo pasaba mal. Cuando ya llegaba al final de la frase estaba casi sudando, no tenía respuesta para la pregunta que estaba insinuando a mí mismo para que yo mismo la respondiese. Porque vamos, en ese momento, ya había dado por hecho que ese viejo era yo del futuro, que se había perdido para siempre en un lugar mágico del camino aquel que empezaba a prometer. Eso, o un invento de mí mismo para añadirle un poco más de gracia a la crónica del paseo para luego, cuando la escribiese.
"No, no" me dijo el viejo. Y continuó hablando: "Si no, si yo, simplemente... no sé ni bien lo que hago aquí. Pero ya me voy, eh. Perdona"

Me quedé callado, mientras ya se iba. Cuando ya se había, casi metido entre los matorrales (lo hacía muy rápido, el puñetero) dije "nada".
Y me volví a casa. Y eso.

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